--Eurípides.
Trey.
Es impresionante la manera en que Liz puede
llegar a sonrojarse. He contado las veces en las que lo ha hecho en todo el día
y son como… ¿12? Creo que soy demasiado pícaro con ella… Seguramente son las
hormonas, ya que últimamente ando medio descontrolado. Mmm… ojalá Liz no lo
note.
—¿De qué lado vas a ir en la cancha? —me
pregunta, ya con raqueta en mano.
—No lo sé, elige tú…
—¿Yo? ¿Seguro? —me mira con desconfianza, pero
yo sonrío.
—Sí, claro.
—Pero… ¿No prefieres elegirlo tú? —en realidad,
sí, me muero por decir “¡El lado derecho es mío!”, pero no lo hago, porque soy
un caballero y los caballeros no hacen eso… Si lo hiciera y mi mamá se
enterara, me pega una patada hasta Júpiter.
Y créanme, el pie derecho de mi mamá te deja
traumado de por vida.
—No, no. Elige tú.
—Am… —analiza ambas canchas y sonríe—, en ese
caso quiero el lado derecho.
Mierda.
—Perfecto… Empecemos. —Liz asiente y se dirige a
su parte de la cancha, mientras que yo hago lo mismo hacia la mía.
¡Genial! Ahora si pierdo, sé que no habrá sido
mi culpa. Normalmente el lado izquierdo de la cancha es el más incómodo para
cualquiera, ¿por qué? No entendí muy bien cuando mi profesor lo explico… —la
verdad, estaba pensando en cómo podría matar a un pájaro que se estaba comiendo
los frutos del árbol de nuestra casa—, pero según lo que había logrado
analizar, era que en éste lado, el sol te pega más en los ojos y es más fácil
para el oponente mandarte bolas… No sería tan trágico si estuviéramos utilizando
uniformes, pero como estoy usando una camisa común y corriente y unos jeans
oscuros, estoy un poco arruinado. Así como… en el fondo del basurero. Tampoco
es imposible que gane.
¡Bah, le ganaré y punto!
—¿Saco yo? —me pregunta, con una nueva mirada en
sus ojos. Se ve decidida y observo como el miedo que antes tenía se ha
desvanecido por completo.
Sonrío para mí mismo. Me agrada esta Liz que se
presenta ante mí.
—Sí, saca tú. —le digo, dándole mi
consentimiento. No es como si me pudiera oponer, estaría traicionando a mí mamá
si no fuese un caballero…
Pero… ¡mierda!, algunas veces, simplemente odio
que me haya educado tan bien.
—¡Ahí va! —me grita Liz desde el otro lado y me
preparó. Sube su brazo derecho a la altura de su hombro y cuando veo la bola
venir, sé que empieza el juego.
Mi objetivo cae a mi derecha y es realmente
fácil darle, debido a que mi mano hábil es esa, por lo que —obviamente—, la
izquierda tiende a ser mi debilidad, sin embargo, no puedo dejar que ella lo
note. Me delataría totalmente.
La cosa es averiguar su punto débil.
Rápidamente, envío mi bola hacia la izquierda
con fuerza y a una velocidad más avanzada. Para mí desgracia me la devuelve sin
ninguna dificultad, por lo que sé que eso no es un problema para ella…
He visto a Liz escribir y sé que es derecha, así
que me voy dando cuenta de que ella no tiene problema con ninguna de sus dos
manos, algo realmente útil a su favor. Sólo que no lo suficiente…
Cuando veo la bola aproximarse nuevamente hacia
mí, me preparo para golpearla con un corte, rápido y audaz. En tenis se le dice
“slide” debido a que, si logras manejarlo bien, es un deslizamiento sutil en tu
jugada y hará a tu oponente correr.
Como me lo esperaba, ella no se lo supuso y
tiene que correr mucho para lograr llegar a ella. Cuando falla y hace una mueca
de disgusto, sé que ese es su punto débil…
En realidad, había logrado verlo la última vez
que habíamos jugado juntos, sólo que no quedé totalmente seguro. La vez pasada,
cuando le hice una jugada parecida, tuvo que apresurarse para llegar, pero lo
logró y pensé que tal vez, eso no la afectaría tanto como yo había pensado…
Pero ahora veo que sí. El problema de Liz es que
no se mueve mucho en la cancha, por lo que, cuando recibe una bola demasiado
rápida o tajante, flaquea y falla.
Le sonrío maliciosamente, haciéndole saber que
sé su debilidad y que tendrá que cuidarse. Ella me mira sin inmutarse y de
pronto, pone una mano en su cadera y me da la misma sonrisa que estoy
propinándole. Es como verme a un espejo, sólo que mucho más sexy.
De un pronto a otro, vuelve a sacar y manda la
bola hacia mi izquierda… Golpeó de nuevo con mucha facilidad, pero ella no se
da por vencida. Comienza a mandarme mil bolas más de ese lado, cortas, rápidas,
duras, fuertes. Absolutamente todo y lo peor de todo… Del lado izquierdo.
Puedo con muchas, pero cuando me tira una bola
cerca de la net y después la envía hacia atrás, sé que perdí este punto.
Mi cabeza empieza a palpitar con furia y
adrenalina y sólo puedo decir que adoro
la sensación.
—¿Quién dijo que sería fácil? —me pregunta desde
lejos.
—No lo sé, yo no oí a nadie. ¿Tú sí? —Ella
sonríe y yo le guiño un ojo— ¡Puedes hacerlo mejor, mi abuela te ganaría en dos
segundos!
Su cara pasa de sonriente a ofendida y yo,
aprovechándome de su inocencia, le tiro un beso. Para mi gusto, se sonroja y
aparta la mirada.
Es bueno saber que, aunque su personalidad
cambie totalmente en la cancha, sigue siendo la misma Elizabeth.
A la que puedo sonrojar sin problema.
Se coloca de nuevo para un saque y entonces, veo
como toma una nueva postura… Oh, oh…
—Con que tu abuela es mejor, ¿huh? —¡Dios, mi
abuela jamás sería mejor! ¡Con costos puede caminar…!
Maldita sea, estoy bien jodido.
Lentamente observo como sube su brazo hasta la
altura de su cabeza y hace un corte en medio saque.
Veo como la bola cae en el puro centro de la
línea, casi afuera, sin embargo, sin estarlo. Me parece que ni siquiera la vi,
puesto que fue demasiado rápida.
Analizo la bola y luego me vuelvo a ella,
viéndola con temor.
—Ok, retiró lo de mi abuela… —le digo con un
rostro medio atemorizado. Para mí deleite, Liz empieza a reírse como
desaforada.
—¡Vamos, Speedy González! ¡Muéstrame lo que
tienes! —Sí, sé que estoy provocándola
demasiado y si sigo así, me temo que acabaré perdiendo de nuevo. Pero no
importa porque me encanta ver esa chispa en los ojos de Liz.
La chispa del desafío.
45
minutos después y contando…
—¡Ja! ¡Te gané! —grito, mientras corro hacia su
lado de la cancha. Ella me ve con cara de pocos amigos entre más me voy
acercando. Sonrio al verla jadeante, al igual que yo.
—¿Dos de tres?
—¡En tus sueños, linda! —Cuando pronuncio estas
palabras, ella me hace un puchero y quiero partirme de la risa. ¡Liz, haciendo
un puchero! ¡Esa chica tímida que a veces ni puede verme a los ojos, haciéndome
un puchero! Dios, esto lo guardaré para los próximos días que quiera
reprocharle algo.
—Está bien, está bien… —extiende su mano hacia
mí— ¿Estamos empate?
Observo su mano con desdén y meneó la cabeza.
—¿Pero qué..? —antes de que pueda reprocharme
algo, la abrazo y le empiezo a dar vueltas. Primero grita como loca, porque
claro, no se lo esperaba, pero después de unos segundos, empieza a reír a
carcajadas.
—¡Trey, bájame! —me dice, entre risas.
—¡Esto es para que veas, que yo sí que te puedo
ganar! —ella sigue riendo y el solo sonido de su melodiosa risa me hace
sentirme extasiado.— Y además, que soy más fuerte que tú.
Oigo un jadeo ofendido y siento un ligero golpe
en el brazo, claramente sin usar la mayoría de su fuerza.
—¡Auch! —gritó fingidamente, mientras la pongo
en el suelo. Liz me mira con aire de suficiencia, pero en cuanto ve mi mueca de
dolor, sus ojos empiezan a ponerse preocupados.
—¿Te golpee muy duro? —Asiento, llevando el
juego un poco más—¿En serio? ¡Juró que no use nada de mi fuerza!
Cuando vuelvo a observarla, veo que está al
borde de las lágrimas e inmediatamente quito mi semblante de dolorido.
—¡No, Liz! ¡Era un juego! ¡No te pongas así, no
era verdad, en serio! —me acerco torpemente y hago que me vea a los ojos. Están
acuosos y sólo me logro sentir como una mierda.
—¡Liz, perdona era una broma! No me has hecho
nada ¿Ves? —le digo, mientras le enseño en donde me pegó, que no tiene ni un
solo rastro de rojo o algo por el estilo— ¡Si me hubieses pegado con tu fuerza
natural, seguramente estaría llorando como un chiquito de mami! Ese golpecito
de hormiguita pequeña no me hizo nada.
Finalmente, veo como sonríe tímidamente y se
limpia los ojos.
—¿Me acabas de llamar hormiguita?
Suspiro aliviado y le hago una mueca divertida.
—Algo así…
Ella se ríe un poco.
—¿Por qué?
—No lo sé, como eres pequeñita… Aunque
hormiguita no te va nada bien. —Pongo un semblante pensativo— ¿Sabes qué te va
mejor?
—¿Qué? —me pregunta, entusiasmada.
—¡Ángel!
—¿Ángel? ¿Yo?
—¡Sí, tú! ¡Piénsalo, te va perfecto! ¡Eres un angelito
del cielo cuando estas tranquila y cuando juegas, un angelito en llamas!
Como si tuviese un botón de encendido o apagado,
Liz se sonroja como la nariz de Rudolf.
Jum… Tal vez lo de angelito en llamas sea la
mayoría del tiempo.
—Trey… No me parezco en nada a un ángel…
—¡A mí sí que me parece! ¡Es más, de ahora en
adelante te llamaré ángel cuando desee!
Liz me mira como si estuviera loco, pero poco a
poco se va relajando y encoje sus hombros de manera casi imperceptible. Le
sonrío cálidamente, aunque no puedo dejar de notar como empieza a cohibirse.
—¿Tienes hambre?
—Un poco, sí…
Miro mi reloj, que indica que son las 5:02 pm y
le guiño un ojo.
—¡Vamos, te invito a comer, ángel!
—¿Eh? No, no… ¡No es necesario! ¡Podemos irnos
ya, en serio!
Frunzo mi ceño y la observo fingidamente dolido.
—¿No quieres pasar el tiempo conmigo? ¿Tan
insoportable soy?
Sus grandes ojos se abren como platos.
—¡No! ¡Jamás diría eso! Es que… No quiero que
pagues por ello y no veo la necesidad de comprar comida demás…
—¡Bah, tonterías! ¡El que gana invita la cena!
—¿No debería ser el que pierde, invita la cena?
—Mmm… No de donde yo vengo.
Me mira curiosa.
—Entonces, ¿tú de dónde vienes?
Le sonrío pícaramente y toco levemente su
mejilla.
—Vengo del planeta de los chiflados y tú eres el
ángel que viene a salvar mi cordura.
Como suponía que pasaría, Liz se pone realmente
roja y yo sonrío con satisfacción…
Amo verla sonrojar.
Elizabeth.
Un solo toque suyo, un solo roce, unas pequeñas
palabras y ya me hace sonrojar como un farol encendido. Realmente no logró
comprender qué es lo que tiene Trey… Más bien, qué es lo que hace para poner a
mis mejillas de esta forma. ¡Se sonrojan tanto que empiezo hasta a sentir
calor!
No me sorprendería tanto si es que yo fuese una
de esas personas que se tornan color carmín por todo, pero es que… No lo soy.
Nunca lo he sido. Ni con la más grande humillación me he sonrojado de la manera
en la que lo hago con él… Es como una brujería o algo.
Después de dejar las raquetas y ver como Trey
pagó por las canchas, nos dirigimos directamente a su carro. Cuando llegamos
pienso abrir la puerta del coche, pero él se me adelanta y la abre por mí.
Le sonrío un poco cohibida y me zambullo en el
interior. Mientras espero, me permito pensar en la forma en que me alzó hace
unos minutos, como si yo fuese una pluma y no pesase nada. No recuerdo haber
reído nunca tanto en mi vida…
En unos pocos segundos, él entra y me sonríe de nuevo.
No puedo evitar sentir como mil mariposas revolotean en mi estómago, aunque es
un poco raro que sienta mariposas… ¿Estaré enfermándome? Am… creo que si es
así, sería mejor no ir a comer.
Bueno, tal vez no sea gran cosa. Luego pasará… Y
además, debo confesar que no se siente mal, en realidad… Se siente un poco
cálido.
—¿Cómo a qué hora tendrías que estar en tu casa,
Liz? —me pregunta, interrumpiendo mis raros pensamientos.
Oh… la verdad no había pensado en ello…
—A las 6:00 —le digo con seguridad. Así no
llegaré tan tarde y tal vez mi padre no
se enfade tanto conmigo.
Aunque claro, siempre está enojado conmigo.
—¡Ah, entonces nos queda perfecto!
Le miro con curiosidad.
—¿Nos queda perfecto para qué?
—Para ir a comer, ¿no me escuchaste antes,
tontilla?
—Um… Yo… —trago ligeramente, tratando de
relajarme—, sí lo hice, es que no capté…
Inmediatamente, oigo como su risa llena todo el
carro y no puedo evitar sonreír un poco
—Lo sé, Liz. Es broma. —Asiento como si ya lo
hubiese sabido, aunque no lo hacía.
—Entonces… ¿A dónde vamos?
—Al mejor lugar para llenar las energías
perdidas hace pocos minutos… —me mira expectante, como si yo ya supiese donde
iremos… Desgraciadamente, no lo sé.
—¿Dónde?
Me da una mirada furtiva y se concentra en la
carretera. El silencio aparece dentro del coche y empiezo a ponerme nerviosa,
¿qué dije? ¿Acaso tenía que saberlo? La verdad no tengo idea, por eso no
respondí. No es como que salga mucho y… y…
No puedo evitar darle un vistazo a su perfil,
para ver si está enfadado conmigo o algo… No podría soportar que se cabreara.
Mis ojos se abren cuando veo que ni siquiera
está frunciendo el ceño, todo lo contrario… Está sonriendo.
—¡Iremos a McDonald’s! —me dice de pronto. ¿McDonald’s?
Trató de hacer memoria del lugar y creo que lo he visto anunciado en alguna
parte, aunque no estoy segura. Algunas imágenes de mis padres llevándome al
restaurant asaltan en mi cabeza, pero la verdad es que son muy vagas, así que
decido saltarme el tema.
—¿Y por qué te quedaste callado tanto tiempo?
Él me ve de forma maliciosa.
—Esa era la pausa dramática que se hace cuando
anuncias algo realmente importante.
Lo observo unos instantes de forma confusa.
—Pero… ¿eso era algo realmente importante?
—¡Claro que sí! ¡Ir a McDonald’s es más
importante que Obama! ¡Créeme, muchos niños de Estados Unidos están conmigo; el
parque de atracciones que tiene ese lugarsucho es como el paraíso para ellos!
Y cuando pronuncia la última palabra, no puedo
evitar carcajearme de la risa por tercera vez en el día. Trey me hace reír como
nunca nadie lo había hecho.
—Pues si es así, estaré encantada de ir.
Él me sonríe tiernamente y siento como mi
corazón se derrite un poco, mientras que las mariposas se vuelven más
insistentes.
Dios… ¿Qué me está pasando?
Durante los otros 5 minutos, hablamos de cosas
triviales y sin sentido… Me sorprende la forma en la que él se desenvuelve. No
tiene miedo a decir nada y pronuncia cada cosa que se le viene a la cabeza.
Lo admiro, porque tiene un valor inmenso…
O una seguridad muy grande. A comparación con
él, yo soy realmente tímida. Cuando me habla, respondo poco, mientras que él
habla y habla.
Me agrada que charle tanto, me hace sentir
cómoda, relajada, como si no tuviese que temerle por el simple hecho de que es
un hombre… Pero claro, quito ese pensamiento tan loco de mi cabeza.
Los hombres siempre me lastimaran, de alguna
forma u otra, lo harán y eso baja un poco mi ánimo. Tal vez no sea siempre así,
puede que no todos sean así ¿O no?
Me refiero a que, hasta ahora Trey no me ha dado
razones para desconfiar de él y… Se ha portado tan lindo conmigo —algo a lo que
no estoy en nada acostumbrada—, y me sonríe de esa forma tan encantadora que me
hace dudar. Sé que le dije que somos amigos, pero mi cabeza sigue teniendo este
sistema que me hace decir “Alerta, alerta”
Sacudo mi cabeza mentalmente, para alejar tantos
pensamientos que están rondando en ella en estos instantes y para mi sorpresa,
llegamos en un dos por tres.
Aunque no conozco este lugar —estoy segura de
que nunca he estado aquí—, no cuesta nada reconocerlo. Hay un gran anuncio que
dice “McDonald’s” en forma de algo rojo y amarillo en la cabeza. Parece un
bicho raro… ¿Sería como una mascota del restaurante o algo así?
Cuando me propongo averiguar qué rayos es ese
bichito, Trey me abre la puerta del carro y me obligo a bajar, aun viendo
atentamente el letrero.
—¿Divertido, no? —me pregunta mientas nos
dirigimos a una gran puerta roja y amarilla.
—¿Qué?
—El letrero… Siempre me ha gustado que sean
papas fritas.
¡Oh, con que eso era! Entonces así se ven las
papas fritas…
—Sí, me gusta mucho también. —Trey me abre la
puerta del lugar y me deja pasar antes que él. Le dedicó una pequeña sonrisa y
entro rápidamente.
Cuando me concentro en mí alrededor, no puedo
evitar suspirar por el olor que me invade. ¡Huele delicioso! Es un olor que sin
duda nunca había probado. Se siente tan bien.
Veo como un montón de chiquillos corretean hacia
un gran edificio de grandes colores y lleno de toboganes. Mis ojos se abren
visiblemente y siento unos fuertes deseos de entrar.
¿Podré si me lo propongo?
—¡Ven Liz, vamos a ordenar! —instintivamente,
sigo a Trey a una caja registradora, a la cual, para llegar a ella, tienes que
pasar por mil barandales. Al parecer, el lugar se debe de llenar mucho.
—¿Qué vas a pedir? —me pregunta, antes de
dirigirse a la muchacha.
—Am… No lo sé, elige tú
—¿Segura?
—Sí, claro…
Él se encoje de hombros y pronto oigo como
empieza a pedir nuestra orden… No puedo evitar acercarme poco a poco a ese gran
edificio o lo que sea que sea esa cosa. Veo que sólo tengo que pasar una puerta
de vidrio para llegar, así que eso hago.
Cuando entro, el ambiente es diferente. Se
pueden sentir las risas alrededor y todo aquí está más frío. Analizo el lugar y
como veo que nadie me ha dicho nada por entrar me quito mis zapatos y entro por
una hendidura de ese gran monumento de colores.
Logro entrar y mi sorpresa es gigante cuando veo
que es un lugar enorme. Tengo que escalar y escalar. En algún punto, me topo
con algunos niños y sólo puedo sonreír. Ellos me ven extrañados, pero de pronto
me devuelven la sonrisa, lo que me hace sentirme infinitamente agradecida. Me
aceptan, con sus inocentes sonrisas. En algún momento, sin darme cuenta, me
caigo en algo duro pero a la vez cómodo y hasta me hundo en él.
No sé en qué rayos caí hasta que siento que
puedo salir a flote y me fijo a mi alrededor. Hay un montón de bolas de colores;
todas juntas en un gran espacio en el que me acompañan mucho niños de 4 o 5
años.
Comienzo a acostumbrarme a estar nadando en esta
piscina tan rara y me siento como en el paraíso. Estoy como volando en esta
millonada de pelotas.
De pronto, siento como alguien me toma del brazo
y me acerca ligeramente a su cuerpo. Estoy a punto de gritar, cuando notó que
es Trey el que está metido en la piscina y me ve curioso y sonriente.
—¿Qué rayos estás haciendo aquí metida, ángel?
Lo veo con cara apenada.
—Perdona es que… No resistí la tentación.
Él encarna una ceja, pero pronto empieza a reír.
—¿Cómo me encontraste? —le preguntó, sin
entender cómo no se perdió en este sitio tan grande.
—No fue muy difícil, de pequeño pasaba metido
aquí y considerando que mi hermana amaba estar en el play de pequeña… Conozco
esto como la palma de mi mano.
Asiento casi imperceptiblemente y de pronto, soy
consciente de que hay algo que está agarrando mi cintura. Me quedó quedita
tratando de sentir qué es, hasta que captó que es la mano de Trey.
Genial, ahora la sangre comienza a fluir y llega
a mis mejillas.
—Vamos, Liz, que dejé la comida abajo y estoy
hambriento —me levanto poco a poco y me doy cuenta de la poca profundidad de la
piscina. Vaya… se sentía más honda cuando me caí en ella.
Observo que Trey hace el amago de devolverse
pero yo lo detengo.
—¿Podríamos bajar por el tobogán? —le preguntó y
después me arrepiento. Acabo de sonar como una niña pequeña, pero es que nunca
había estado en un… ¿Cómo es que lo llamó? ¡Ah sí! ¡Play!
Trey me analiza de arriba hacia abajo, con una
sonrisa realmente dulce invadiendo su rostro.
—Claro, vamos.
Pasamos la piscina de pelotas y tengo que
agacharme nuevamente para llegar hasta el tobogán. Me deja pasar antes y me
siento en el gran tubo amarillo, como si fuese una bebé.
Cuando hago ademán de tirarme, él me detiene.
—¡Espera, yo me tiro contigo! —Pronto siento las
largas piernas de Trey enredarse en las mías y sus manos en mi torso. Siento mi
rostro arder como una hoguera.
—¡Allá vamos! —me dice, cuando toma impulso y
nos deslizamos hacia abajo. Primero grito del susto que me tengo, pero luego,
sólo disfruto del viaje y sonrío.
Y vuelvo a reír… Rio como la niña pequeña que
nunca logré disfrutar. Trey ríe conmigo y cuando parece que este gran tubo es
interminable, llegamos.
Justo cuando me voy a salir del tobogán, Trey me
sujeta y susurra a mí oído.
—Eso fue realmente divertido…Me encantaría
hacerlo de nuevo, ángel.
Y así como así, me sonrojo como por la…
Milésima vez en el día.
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¿Será que Trey y Liz vienen bajando por allí :O? |
Wiiiiiiiiiiiiiii Capitulo nuevo :D Ya me volvia loca entrando todos los dias para ver si estaba subido (? Paresco una exagerada, pero lo hice :B jajaja :P Me encanta como escribis ^.^
ResponderEliminarJAJAJAJA! Oh Bob esponja u.u Te creo! Jajajaja xD! Awwwwn soghorigh :33 Nunca pensé que sería de esas chicas por las que otras chicas morían por leer y hacían eso con el blog! (yo lo he hecho e.e) Me siento toda dfohedoigh :3
Eliminar¡Disfruta el capítulo, querida ^^!
Te mando besos y apapachos :3
Mel(:
Pd: Me olvide de decirte que gracias por lo del tenis, no se muy bien como se juega asi que lo hallas explicado ayudo un poco :P Ah, y yo tambien quiero meterme a los juegos del mcdonalds D: pero no tengo la inocencia de Liz u.u ajjajaja
ResponderEliminarJajajaja xD! Creo que casi nadie tiene la inocencia de Liz e.e! ¿Qué podremos hacer u.u? Ahh, de nada, es claro que muchos no sabrán del juego así que tengo que explicar ^^!
EliminarMe da mucho gusto que disfrutaras el capítulo ^^!
Te mando besos y apapachos :3
Mel(:
Son tan adorables esos dos *--* Lizzie es tan inocente y Trey es tan asdfgkjsdhjd, ¿se entiende?
ResponderEliminarMe dio risa y pena cuando Lizzie dijo 'con que así se ven las papas fritas', fue... Raro xD o cuando le pega a Trey y se asusto D: pobre ;c
asdfgh quiero más! D;
Estuve leyendo la historia de tu otro blog pero aun no la termine- no llevo ni la mitad por el internet me trollea- pero gusta hasta ahora así que la seguire leyendo después :D
La canción... Aun no la recuerdo .-. De aquí a que me acuerde es probable que ya termines la historia xD pero bue'
Nos leimos por ahí :3
byebye(:
Mel, cuanto tiempo sin hablar ¿tal vez una hora? xD
ResponderEliminarBueno, vayamos al tema, me encanta la Liz en la pista de tenis, se le ve completamente diferente. Mucho más segura, ojala y lo consiga más allá de la pista. Por otra parte, Trey será un caballero (un concepto que por lo que veo tiene muy arraigado, no sé si temer a su madre por ello xD) pero hace sonrojar demasiado a Liz, pobrecita y mona a la vez.
¿Sabes? Me acabo de enterar de que ese lugar se le llama Play XD Que inculta soy, señor. Ese momento me ha recordado a mi infancia, solo he estado en una de esas cositas una vez, pero recuerdo los toboganes que llevaban a las bolas, eran laberinticos en donde yo estuve (en un viaje que ya ni recuerdo).
Sigue así, aunque temo que el próximo capítulo nos traerá cosas amargas :'(
Saludos.
PD: Se me olvidó decirte una cosa, ¡fantástico diseño! ¿Y quién ese chico? *¬*
ResponderEliminar¡OH DIOS! ¡OH DIOS! ¡OH DIOS! ¡ME HA ENCANTADO MUCHO MUCHO MUCHOOOOOO! ¡QUIERO PEDIR A UN TREY POR NAVIDAD, POR FAVOR!
ResponderEliminarMel, eres unas máquina cielo. Escribes de una manera que engancha.
Ya estoy deseando leer el capítulo 8...¡No tardes mucho, por favor! ¡Súbelo pronto, como regalo de navidad! jajajajaja
Caballeros como Trey hace falta en este mundo lleno de chicos salidos y pervertidos.
Besaaaaaaaaaaaaaaaazos de tu otra mitaaaaad :DDDDDD
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH,DIOS MIO,SON ADORABLES,TAN MONOSOS*¬*TAN VIOLABLES*¬* HACIA TIEMPO QUE NO VENIA POR AQUI e.e(que conste que yo estaba todo el rato en la piscina de las bolas,observandolos e.e)tenia que ponerme al dia con tu historia:D!!
ResponderEliminarBesitos de miel^^y voy a por el siguiente yujuuuu
Alicia