28 de diciembre de 2012

Capítulo 9.


“La sonrisa es el único virus que no hace daño al alma.”


--Anónimo.

Trey.

La noche está realmente fría, del frío tipo “puedo ver mi aliento mientras hablo” y podría jurar que si empieza a nevar, no me sorprendería. Mi nariz está malditamente helada y mis manos son las únicas partes de mi cuerpo que realmente no lo está y eso que la mano de Lizzie está muy fría; sonreí, no había apartado la mano cuando se la tomé, aunque sé que dudó. Sentí su cuerpo tensarse ante el tacto de mi mano, pero ella la dejó ahí, relajándose a los segundos de saber que si quitaba mi mano de la suya, se congelaría viva y, es que realmente tiene frío, puedo sentir como se estremece ante la noche y comienza a temblar levemente. Mi mandíbula se aprieta. Estos son los momentos en los que me maldigo por dejarme vencer ante mi madre y por sobre todo, no haber traído una chaqueta. Ya saben, haría todo lo de “¡hey! Toma mi abrigo” y ella diría “No, Trey, te congelarás” y yo haría algo como “¡Pfffffft!” y me la quitaría para dársela sin dejarla protestar…

Eso sería divertido… Lástima que no traigo ninguna chaqueta. Ruedo mis ojos, soy un jodido genio, en serio.

Con la oscuridad tapando de a pocos mi vista, me fijo en el camino cuidadosamente; rápidamente me doy cuenta de que estamos realmente cerca de la casa de Lizzie y me siento decepcionar un poco… No lo sé, la pasé tan bien que no pensé que el día pudiese terminar, sin embargo, en la mañana solo quería que terminara para no pensar en lo que ese maldito le hizo a Lizzie, tratándola como basura… Literalmente.

La ira entró en mí casi imperceptiblemente. La forma en que todos veían la escena, muchos con diversión, otros con curiosidad, pero sin duda todos con malicia y expectación. Quise matarlos, quise hacer algo al respecto, algo más que solo pegarle al estúpido de Derek y sin embargo, sabía que no podría. Lo supe desde un principio, porque realmente había llegado tarde, justo cuando todo sucedía ante los ojos de los demás, muchos de ellos felices por la escena y otros tal vez sorprendidos.

Y a pesar de todo, ninguno hizo nada.

Mis labios se levantaron un poco, una línea de pensamientos me atravesó y tuve que cerrar mis ojos para calmarme un poco. Mi mano estaba hecha un puño y mi otro brazo luchaba contra la necesidad de hacer lo mismo, pero la mano de Lizzie me impedía hacerlo y agradecí que lo estuviera, porque si no, se daría cuenta de mi estado…

Parecería tonto que me enoje tanto por esto, que me enoje de esta manera tan grande, pero a veces no logro entender cómo es que dejan que pase esto. Cómo es que no ven el daño que hacen… Por Dios, ¡es una mujer! ¿Para qué humillarla de esa forma? ¿Por qué no tiene tanto como otros? No es un alien, no es una cucaracha, es una persona; igual a ellos, igual a mí y a pesar de todo, ellos no creen eso. Ellos la tratan diferente, la ven diferente…

Sonrío sin humor, la ven así porque es pobre… La ven “fea” porque es pobre, la ven “sucia” porque es pobre, la ven como “una masoquista” porque tiene unos cuántos rasguños, la ven “diferente” porque lo único que la hace diferente es que no es una cobarde como ellos. Es fuerte y ni ella puede darse cuenta de eso por su crueldad y estupidez.

A veces no lo entiendo, me refiero a que… ¿Por qué no ven fea a una chica que es totalmente plástica y materialista? ¿Por qué no ven sucia a alguien que se pasa tirando de un hombre a otro? ¿Por qué no ven como “un masoquista” a la persona que se quebró un brazo y tiene varios rasguños? ¿Por qué no ven diferente a las personas que son realmente cobardes, crueles, como ellos?

Tal vez tenga mi respuesta y sin embargo, no quiero aceptarla porque sé que esto no pasa solo aquí, sino que pasa en todo el mundo… Y muchos de ellos no tienen la conciencia necesaria para pensar el daño que le pueden hacer a las personas.

Sintiéndome exasperar todavía más, observo a Lizzie, quien va mirando las estrellas como si fuesen la cosa más hermosa en todo el mundo.  Sus ojos miel se ven verdes ante la luz de la luna y veo como su mirada se torna triste, haciéndome preguntar en qué pensara. Sus labios se curvan en una pequeña y casi imperceptible sonrisa y parpadea 2 veces, haciendo parecer como si quisiera salir de un trance del que no puede dejar de someterse. Alzo mi cabeza, queriendo saber qué es lo que tanto ve y para mi pesar, no logro sentir lo mismo que ella, pues solo veo estrellas que parpadean de vez en cuando, como sus ojos lo acaban de hacer. Me volteó de nuevo y veo como una lágrima baja por su mejilla, cálida, silenciosa, sigilosa. Mi garganta se aprieta, porque no sé si llorará por lo de esta mañana o por algo más profundo que eso, algo más importante.

Las lágrimas siguen bajando, haciéndose parecer como gotas de lluvia en un rostro realmente bello, que respira constantemente, haciendo parecer como si la respiración estuviera a punto de fallarle. Los sollozos comienzan y veo como su mente trabaja en algo, porque sé que algo anda mal. Verla así me hizo sentir mal, me hizo querer golpear al que la estuviera haciendo sentir así y no conteniéndome más, la atraje en un abrazo, acariciando su cabello sedoso y lacio.

Ella estaba confundida, lo sé. La saqué de un trance del cual no quería sacarla, pues parecía algo muy íntimo, pero no pude aguantar. Pronto se dejó llevar, colocando su cabeza en mi pecho y llorando poco a poco, mientras se metía todavía más en mi camisa. Suspiré temblorosamente, realmente podía sentir como su alma se estaba partiendo en pedazos y no pude evitar percibir como su llanto no era normal; no era un sollozo de berrinche, de cosa de todos los días, era algo doloroso, que solo hacía los vellos de mi brazo crisparse. Su llanto se sentía espeso, sufrido por cosa de todos los días y no pude evitar preguntarme qué era lo que la estaba haciendo llorar así. Mi mente dio vueltas, mi corazón se apretó en un puño y en ese momento, en ese justo momento, pensé que no quería dejarla ir y que podría protegerla contra cualquier cosa que la volviese hacer llorar de esa manera.

Levanté su barbilla, haciéndola verme a los ojos. Ojos que estaban llenos de agua y que me miraban con un poco de temor ante lo que le iba a decir y sin embargo no dije nada, solo la contemplé y una a una, fui quitando sus lágrimas, evitando el impulso que mis labios querían hacer para borrarlas con besos. Susurré algo en su oído, realmente no estoy seguro de lo que dije y sin embargo, ella sonrío, a pesar de sus lágrimas, dejándome ver un poco más de ella, haciéndome estremecer.

Pronto se calmó y caminamos en silencio hasta el lugar donde suelo dejarla en carro y aunque hice ademán de seguirla hasta su casa, meneó su cabeza, haciéndome saber que estaría bien y que no quería que la acompañara hasta allá. Me encontré preguntándome qué sería lo que ocultaba, para que no me dejara irla a dejar, pero pronto aparté esa idea de mi cabeza, asintiendo y dejándola ir.

Antes de que si quiera pudiese asustarse, me acerqué a ella y la volteé suavemente.

—¿Es que acaso nunca te despides? —le pregunté en un susurro. Ella se sonrojó, bajando su mirada hasta el piso. Sonreí y levanté su rostro, para plantarle un beso en la mejilla.

—Nos vemos mañana, Ángel.

Ella me miró a los ojos y asintió.

—Hasta mañana, Trey.

No despegué mi mirada de Liz, la seguí con los ojos hasta que vi que dobló en una esquina y con lo que quedaba de mi punto de vista, pude ver cómo llegó a casa a salvo. Me relajé, ella estaba bien. Estaba segura en ese lugar y di una vuelta, dirigiéndome a mi casa con la luna como única compañía.

Caminé por la acera, metiendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón para calentarme un poco. Mi nariz estaba congelada nuevamente y fruncí mi ceño. ¿Por qué rayos hacía frío en esta época? ¡Es enero por el amor a Dios! Debería estar caliente, no helando.

Mi mente quiso volver al tema de Lizzie, lo sé, mas no la dejé ir por ese camino. Pensaría en eso cuando llegara a casa, estaría tranquilo y podría analizar bien la situación, porque sé que lo que pasó ahí no es normal, yo lo sé.

Oí el maullar de un gato y desvíe mi mirada de la luna para ver a un gatito pequeño, viéndome con grandes ojos verdes y un pelaje anaranjado que relucía contra la noche.

Sonreí, se veía tremendamente tierno, ¿qué haría solo en las calles a estas horas de la noche?

Encogiéndome de hombros, lo cargué a mis brazos y seguí caminando, viéndolo con adoración.

—¿Qué hacías vagando por las calles a estas horas de la noche? —le pregunté como si me fuese a responder. Que idiota.

—No lo sé, ¿por qué no me lo dices? —mis cuerpo se tensó. Estoy seguro de que ese no fue el jodido gato.

Dejándolo en el suelo, me volteé relajadamente, alzando las comisuras de mis labios en una sonrisa burlona. Un chico grande, de ojos azules y cabello rubio me observaba con odio y enfado.

Genial, tengo un acosador y es Derek.

—Vaya, vaya Derek… No sabía que te gustaba perseguir a los chicos heterosexuales del lugar.

Él rodó sus ojos.

—Y yo no sabía que te gustaba salir con chicas como esas.

Mi mandíbula se apretó, la forma en que pronunció “esas” me hizo querer golpearlo hasta la muerte. Maldita sea, me hizo querer hacer mucho más.

—Así que ahora crees que podrás vencerme como lo hiciste esta mañana, ¿no es así? —le pregunté con sarcasmo. Él me miró con enojo en sus ojos.

—Unos cuantos amigos se ofrecieron para ayudar…

Mis ojos se entrecerraron, observando como 4 chicos se acercaban con sus cuerpos de jugadores de basquetbol hacia él. Este hijo de puta era tan cobarde como para traer refuerzos. Rodé mis ojos.

—Por Dios, eres tan cobarde que no puedes defenderte solo. ¿No querías traer a tu abuelita también? Digo, tal vez ella traiga un gran bolso para matarme con él…

Tronó sus dedos.

—Ya verás, maldito hijo…

—De mi madre. Wow sí, que miedo me das, hombre. 

Él gruñó.

—Chicos… —okay, supongo que esa era la señal para ellos. Pronto los sentí avecinarse hasta mí, tirando puñetazos que casi no atinaron, solo algunos lograron darme en la cara. Pronto me estabilicé y mandé un gran gancho izquierdo a sus asquerosos rostros. Golpeé a uno y sin embargo, yo supe que no ganaría esa pelea. Por favor, ¿5 contra uno? No es muy justo que digamos…

Sentí unas manos agarrarme de los brazos y forcejé, ya sabía lo que querían hacerme. Me pusieron de rodillas y sentí una patada darme en el estómago; tosí, este desgraciado ocupaba que me mantuvieran atrapado para poder golpearme. Sentí su pie de nuevo en mis costillas y creo que algo se quebró.

Mierda.

La tercera fue la vencida. Haciendo algo con mi brazo, logré darle un codazo a uno de los que me tenía agarrado y salí de ahí, los golpeé a ambos con pierna y pronto me volteé hacia Derek para darle un gran golpe en la nariz, haciéndola sangrar. Ahí va una buena quebradura de nariz, amigo.

Alguien golpeó mi espalda, sacando el aire de mis pulmones. Jadeé por más, pero no podía respirar; no tardo ni perezoso, me golpearon de nuevo en la cara, por lo menos dos veces. Sentí un poco de sangre, sin embargo no estoy seguro de dónde provenía. Genial, iban a matarme aquí.

Logrando levantarme, le pegué en las bolas al que fuera que estuviese al frente mío y lo oí gemir, mientras que choqué dos cabezas que estaban a mí lado. Sentí como alguien se avecinaba hacia mí, pero algo lo detuvo. Di una vuelta con confusión, ¿pero quién rayos estaba ahí?

Asegurándome de estar realmente bien ante el dolor en mi rostro, sonrío cuando veo que mi mejor amigo está ahí, pegándole como nadie puede pegarle a algún tipo de los amigos de Derek.

Con fuerzas renovadas, golpeó a los dos chicos a los que les pegué en las bolas, haciéndolos caer en el suelo. Bien, esto va realmente bien.

Jason tiene como a otros dos asegurados, golpeándolos realmente bien y veo que me falta un chico, pues eran 5 con Derek.

Pronto observo a lo lejos como alguno de los supuestos amigos salió corriendo de la pelea, haciendo que mis ojos rueden. Como dije hace poco, cobardes.

Nadie ve cómo ni cuándo, pero de alguna manera, estos 4 estúpidos logran salir corriendo de aquí, porque al parecer, los hemos mandado a la mierda. Sé que yo solo no hubiese podido, realmente sentí cómo me iban a vencer en esta acera en plena noche, con solo la luna de testigo, pero gracias al Señor que Jason vino hasta aquí.

Reí, orgulloso de nosotros, hasta que sentí el dolor en mi mandíbula. Maldita sea, duele.

Jason alza una ceja y me ve con incredulidad.

—Maldito suertudo, si no aparezco, te matan por pedazos, idiota.

Lo fulmino con mi mirada.

—Claro, soy un idiota porque yo planeé que hicieran una emboscada para golpearme.

Él me da una sonrisa divertida.

—¿Ves? Completo idiota.

—Imbécil, ¿qué hacías por aquí? —pregunto mientras me ayuda a montarme a su carro… Okay, este no es su carro… Él ni siquiera tiene carro. Lo veo con una pregunta en mi mirada.

Él la ignora.

—Por alguna razón iba camino a tu casa y decidí tomar esta ruta porque nunca me había metido por aquí y mira mi sorpresa cuando veo unos grandes ojos verdes siendo golpeados en la cara y… —se detiene a mitad del camino, justo cuando ya casi llegamos a su carro—, ¿quién es este pequeño fisgón?

Lo observo confuso, ¿le pegaron demasiado?

—¿Qué?

Sus ojos van hacia el suelo; mi mirada lo sigue… ¡Ah, esos ojazos verdes! Pobre gato, presenció todo…

Sonreí, creo que sé cómo le pondré.

—Nos lo llevamos.

Me observó con una mirada sardónica.

—¿Debo preguntar?

Meneé la cabeza.

—Tú solo conduce y carga a ese sexy gatito en tus brazos, Jason.

Él comenzó a reírse y yo volteé mis ojos. ¿Qué no ve que me duele todo? ¡Necesito sentarme de una jodida vez!

—Sexy gatito. Miauuuu, Trey, sabía que eras todo un felino, pero no que te llamabas a ti mismo sexy. No puedo esperar para llegar a casa.

—Jason, ambos sabemos que eres un grandísimo gay aunque lo ocultes con un montón de chicas que no tienen nada mejor que hacer, pero si quieres demostrarme amor, ¡llévame al jodido carro!

Se rió un poco más y finalmente me dejó en el asiento al lado del de conductor, mientras echaba al gato en la parte de atrás. Ya sentado al volante, me miró serio y yo alcé mi ceja en pregunta.

—¿Qué?

—¿Sabes que no soy gay, verdad…?

Yo le di mi mejor sonrisa irónica.

—Con las cosas calientes que me dices…

Rodó sus ojos.

—Hablo en serio, hombre. No soy gay.

Suspiré.

—Ya lo sé, Jase… Tan solo no has encontrado la indicada.

Tragó duro.

—Sí la encontré, solo que no soy lo suficientemente bueno para ella y además, personas importantes para mí no lo aprobarían.

Mi mirada se tornó sigilosa, ¿a qué se refería con esto?

—Jason, suéltalo.

Se quedó en silencio durante varios segundos; no habló, no dijo nada. Solo condujo por la carretera, mientras pensaba en qué decir. No es normal que él comience a hablar sobre ese tipo de cosas. Es el típico “chico duro que no habla de sus sentimientos” y el maullido del gato no ayudaba al ambiente. Lo analicé cuidadosamente, dándome cuenta de que estaba realmente tenso. Lo que sea que tuviese que decirme, era importante.

—Yo… —suspiró mientras observaba el camino—, mira, ya llegamos.

Fruncí mi ceño.

—Jason, dímelo.

Meneó su cabeza.

—No importa, nada importa. Ahora vamos.

Iba a discutir, pero un fuerte dolor en mi mandíbula me impidió seguir hablando; agarrando al gato con cuidado, me bajé del carro con su ayuda y caminamos hacia el porche, no sin hacerme sentir lo tenso y confundido que estaba. Miré hacia el garaje y vi que mi mamá no había llegado y volví mis ojos hacia él, sintiéndome un poco mal.

¿Qué era la cosa tan difícil y romántica que me tenía que decir para que no lo soltara de golpe?

Me quedaría con esa duda por meses…


Elizabeth.

Estoy sola. De nuevo. Mis piernas se dirigen directamente hacia lo alto de las escaleras, a esperar para que mi padre llegue y pueda ver que llegó a salvo. Me quedo horas esperándolo, escuchando el silencio en mi casa, hasta que oigo la cerradura abrirse con ansiedad. Mi papá entra a la casa, dejando las llaves de su carro en una mesa de madera desgastada con exasperación y justo cuando voy a ir a saludarlo, veo una pierna colgada a su cintura. Trago fuertemente, casi queriendo restregar mis ojos para ver si lo que veo es verdad. Una muchacha rubia, de aproximados 25 años entra a la habitación con él, besándolo con euforia y tocando todo su cabello, despeinándolo hasta no poder más. Él la besa con más pasión todavía y yo trato de no ver, sin embargo, no lo logro.

Él la dirige hasta la sala, que aún queda a mi vista. Ella besa su cuello, lo acaricia y puedo jurar que lo mordió. Papá gruñe y la empuja contra el sofá, tocando todo su cuerpo. Mi boca se seca, no puede hacer eso. Le sonríe y la mujer le susurra algo en el oído, algo que hace que él la vea con un odio realmente profundo y se separe de un sopetón. La toma de los brazos y la sacude con furia, mientras que ella se muere del miedo.

—¡Vete de mi casa y no vuelvas a este lugar nunca! —grita, sacándola de nuestro hogar. Pronto, mi papá se vuelve lentamente hacia la sala, no captando que yo estoy ahí, viendo todo. Se agarra su cabello, despeinándolo todavía más y grita. Grita con todas las ganas del mundo. Patea el sillón con enojo y puedo sentir la casa retumbar por su frustración. Y entonces, hace lo impensable…

Papá comienza a llorar.

Se sienta lentamente en el piso, recostándose contra la pared, llorando, las lágrimas cayendo por su rostro sin parar, él solloza, él jadea, él gime y yo lo siento en mi corazón. Me parte pedazo a pedazo verlo así, porque sé que sufre, sufre más que lo que yo he sufrido. Pronto está desesperado, lo sé y lo veo tomar un jarrón cerca de él y abrazarlo con fuerza.

—¿¡Por qué tuviste que irte así!? ¿¡Por qué me dejaste!? —las lágrimas siguen cayendo, él sigue sollozando—. Dijiste que todo sería para siempre. Lo prometiste…

—¡Maldita sea, te amo! ¡Entiéndelo! Jocelyn… Mi amor… —observo como se hace un ovillo en el piso, dejándose caer tristemente—, lo siento tanto. Lo siento, lo siento… Te necesito, te necesito…

Y ahora yo estoy llorando. Con rapidez, bajo las escaleras, haciendo retumbar la madera y que mi padre vea hacia arriba con melancolía. Y entonces enfoca y me observa bajar y él me sonríe con esa sonrisa que derrite mi corazón y yo solo puedo llegar y tirarme encima de él, abrazándolo con amor desde su cuello y sintiendo como él me toma en sus brazos y me menea al ritmo de su corazón.

Yo le susurro cosas al oído, le digo que todo estará bien, que yo lo acompañaré, que mamá no puede volver, pero que yo me quedaré y lo cuidaré. Él llora silenciosamente igual que yo y le doy besos en su mejilla, llevándome las lágrimas que ahora corroían su rostro.

—Te amo, Elizabeth, eres lo único que me queda en esta vida —me susurró contra mi oído y yo me apreté más contra él.

—Yo también te amo, papá. —olió mi cabello, besando la coronilla de mi cabeza. Me separé un poco de él y lo analicé de pies a cabeza. Seguía siendo mi apuesto papá, alto y fuerte porque no hace muy poco iba al gimnasio, sus ojos tenían ojeras y se veía demacrado, pero seguía siendo guapo, igual que siempre. Él me sonrío, enseñando esos lindos hoyuelos que derretían a mamá y que me tranquilizaban a mí.

—Te pareces tanto a ella… —dijo inaudiblemente. Yo me paralicé, ¿parecida a mamá? Nunca lo habría pensado.

Metió un mechón de cabello detrás de mí oreja.

—Sí, siempre lo has hecho. Eres prácticamente su reencarnación… —rió un poco—. Eres un ángel, Liz, siempre lo has sido, tanto para mí como para ella.

Mi corazón se estrechó y sonreí temblorosamente, temiendo desplomarme ahí mismo.

—Ella está en las estrellas, pa… —le dije, confesándole mi secreto—. Estoy segura, cada vez que las veo, pareciera que ella está ahí, observándome.
Él me mira aturdido, pero pronto sonríe.

—Sí, Liz, ella es una estrella…

Sonrío una vez más y lo veo directo a sus hermosos ojos azules, llorando otra vez y abrazándolo con cariño. Ella sí era una estrella y él me creía…

Y entonces desperté.

Mi corazón latía a mil por hora y yo jadeaba por aire, sintiendo un ataque de pánico venir. Traté de calmarme, recordando mi sueño… Ese no era un sueño, era un recuerdo, uno de los recuerdos más hermosos que alguna vez había recuperado… Yo ya no recordaba nada de eso, ya no pensaba en esa noche cuando yo tenía 8 años y papá me dijo eso; él en ese entonces seguía amándome, seguía sin tomar y seguía sin estar en este infierno.

Me estremecí, por eso yo temblaba cuando Trey me decía ángel, era el recuerdo de papá el que me hacía sentirme así. Cerré los ojos mientras llevaba mis manos a mi rostro. Tenía lágrimas en mis ojos, seguramente por mi recuerdo y mi garganta se obstruyó. Extrañaba ese papá, esa versión suya…

Lo extrañaba a él.

Oí ruidos en las escaleras, pues alguien estaba subiendo. Me volví hacia un lado, no viendo la puerta y esperando a que papá pasara hasta su habitación… Pero no lo hizo.

Se quedó ahí, en el marco de mi puerta.

Tragué fuertemente; sé que me estaba viendo, me observaba desde lo más profundo de su ser. Pronto escuché sus pisadas, acercándose cada vez más y haciendo el piso crujir. Mi cama se hundió bajo su peso y la noche me bajó a un mundo lleno de temor y nervios. Sentí su respiración, él trataba de tomar grandes bocanadas de aire y yo lo escuchaba con los ojos cerrados…

Y entonces tocó mi pierna.

Y entonces mi corazón se estremeció.
Subió su mano poco a poco, en una leve caricia. Mi aliento se atrapó en mi garganta. Por favor, no hagas esto. No lo hagas, no lo hagas. Te arrepentirás, te arrepentirás tanto… No, por favor, por favor.

Sudor frío bajó por mi piel, haciéndome estremecer sin que él se diera cuenta. Se detuvo en la curva de mi cadera y cerré los ojos todavía más. Lo iba a hacer, lo iba a hacer…

Metió una mano en mi cabello, apartándolo de mi rostro y oí un suspiro y entonces, acarició mi mejilla levemente, como cuando era una chiquita y lo hacía para tranquilizarme.

Y me tranquilicé. No lo iba a hacer, él no lo haría nunca.

Poco a poco, sentí como avanzaba hasta mi rostro y la contempló durante unos segundos, hasta que colocó un tierno beso en mi mejilla y me tensé al darme cuenta de algo…

Él estaba sobrio. Realmente no había tomado ese día y tenía que abrir realmente mi memoria para pensar hace cuánto tiempo no había estado sobrio. Me sentí relajar completamente, cuando no tomaba, era el mismo de antes… Como yo lo recordaba.

—Sigues siendo igual que ella… —me susurró y yo sentí más lágrimas avecinarse contra mi rostro y sin embargo las retuve, esperando porque se fuera antes de que me viera llorar.

Se quedó allí, observándome “dormir” y estoy casi segura que percibí una de esas sonrisas en el ambiente; la sonrisa que él usaba frecuentemente antes de que todo pasara. Mi corazón retumbó contra mi pecho ante la anticipación de mis recuerdos y luego lo sentí levantarse, haciendo que mi cama se sintiera ligera y volviendo a hacer crujir los escalones contra su peso, yéndose medianamente feliz y dejándome a mí de nuevo contra la oscuridad de mi habitación y la luna llena entrando a través de las ventanas de mi cuarto.

Abriendo mis ojos lentamente, me acomodé mejor para ver si había cerrado la puerta y al ver que sí lo había hecho, comencé a ver las estrellas de nuevo… Al final mi día no había sido tan malo después de todo. Trey lo había mejorado al triple multiplicado por el millón con sus cosas…
Y mi papá lo había mejorado un poco más, pero no del todo…

Algo que realmente mejoraría de parte de él sería que dejara de tomar y dejara de pegarme, pero sé que eso no pasará. Que esté sobrio un día no es señal de que lo estará los demás y tengo que decirme eso realmente bien para no pensar en la esperanza que eso me daría…

Casi me pongo a reír cuando dije esa palabra: esperanza. La esperanza se había ido de mi corazón hace ya tanto tiempo que no sé cuándo decidió irse formalmente. Me acurruqué más en mis sábanas, tratando de contar las estrellas y recordando la forma en que lloré hoy, un poco más temprano cuando las observé… Recordé a mi madre una tarde de mayo, llevándome a un parque. Recordé su sonrisa y su forma de verme con amor y una estrella me recordó su forma de parpadear, tan linda y coqueta que me hizo comenzar a derramar lágrimas…

Y entonces Trey me vio y yo sentí que el mundo se desplomaba. Pensé que preguntaría. Pensé que me diría “¿qué pasa?” y sin embargo, a pesar de eso, no hizo nada. Solo me abrazó y me tomó en sus brazos, dejándome llorar…

Creo que cuando limpió mis lágrimas fue cuando me hizo sentirme más querida que hace mucho tiempo… Me partió un poco el corazón cuando lo hizo, como si realmente me apreciara y sentí como si él pudiese arreglar todos mis problemas…

Quise golpearme cuando pensé eso, porque sé que él jamás arreglará todos mis problemas, no podría, son demasiados y además, no pienso meterlo en este mundo en el que vivo yo, donde solo tendría que preocuparse por otra persona más que ni siquiera es de su familia. Yo lo vi, vi cómo se preocupa inmensamente por su hermana y su madre, la forma en que las miraba con amor y preocupación a la vez, como si temiera de que les fuesen hacer daño, pero como sabía de qué él haría cualquier cosa por ellas.

No agregaría más preocupaciones a su vida, como si las mías no bastaran; además, ellas son familia y yo no soy más que una amiga más del grupo de amigos que debe de tener… Sentí mi corazón desinflarse un poco ante ese pensamiento y entonces algo se avecinó a mi mente.

Estaba tan preocupada pensando en mis preocupaciones que por alguna razón, pensé en Trey y cómo se encontraría…

La noche estaba obscura y él se fue como si nada, caminando con tranquilidad por las calles de la ciudad y ni siquiera llevando nada como para pegar o defenderse a sí mismo… Me estremecí ante el pensamiento de que pudiese pasarle algo, algo realmente malo.

Sacudí mi cabeza, tratando de sacar esos pensamientos de mi cabeza, ¿cómo le iba a pasar algo malo a Trey? Él sabía defenderse. Iba a tenis, tenía fuerza, estaba seguro. Suspiré mientras sonreía; sí, él estaba bien, sin duda lo estaba…

Traté de pensar en cosas buenas, como en la hermanita de Trey, Rachel, que era realmente agradable. Me había observado sin prejuicios, estrechando mi mano fervientemente y hablando como loca. Me cayó realmente bien y hasta me invitó a una pijamada… Volví a sonreír, nunca había ido a una de esas y la sola idea de hacer una traía mariposas a mi estómago… Pero claro, esas solo eran ilusiones, porque eso no pasaría… ¿Cómo rayos iba a ir, primero que todo? Además, seguramente ella solo bromeaba con la idea, hablando y planeando sobre cosas que no va a hacer. Yo he visto que hay gente que hace eso, no me extrañaría que la pequeña lo hiciera, pero aunque haya hecho eso, me hizo reír y me sentí mucho más viva que desde hace mucho tiempo… Hizo que mi mente revoloteara ante pensamientos felices y sin duda me divirtió… Creo que hasta podría hacerme una buena amiga de la hermanita de Trey…

Claro, si es que a él no le importa.

Y claro, si es que nuestra amistad continúa…

Cerré mis ojos fuertemente, no queriendo que eso se cumpliera. Aunque llevaba pocos días conociéndolo, me había encariñado con él, había sido alguien que me ha soportado durante bastantes días sin despacharme de su “vida social” y creo que me ha visto llorar más veces que cualquier otra persona que yo haya conocido —aunque claro, no han sido muchas—, pero sin duda no quiero que esto se termine, que él se termine, porque eso significaría que no habría más de sus sonrisas pícaras y su voz ronca diciendo dulcemente mi nombre, como si fuese una canción o la forma en la que me dice “ángel” —apodo que prácticamente me puso hoy y con el que me encuentro brillantemente cómoda—, o si no, cómo me abraza… Sus brazos fuertes y cálidos solo me hacen querer acurrucarme en ellos… O también he notado como se pierde en clase de matemática, haciendo todo menos poniendo atención… Tiene un gesto realmente adorable cuando está distraído, se coloca contra el respaldo del asiento y observa hacia el techo, como si fuese la cosa más interesante del mundo y entonces, da una media sonrisa, como queriendo burlarse del techo y menea la cabeza, mientras que luego vuelve a quedarse quedito, viendo fijamente hacia la clase.

Me reí un poco… Realmente era adorable, aunque casi me atrapa observándolo; gracias a Dios no lo hizo, ya que yo fingí estar poniendo mucha atención a la pizarra y solo siguió ahí, viéndome y haciéndome sentir incómoda, porque a diferencia de mí, él no quitaba la mirada si yo lo atrapaba, solo se queda ahí, analizándome y haciéndome sentir divertida…

Las mariposas en el estómago, ¿recuerdan? Creo que son por él.

Y entonces me di cuenta de lo que estaba pensando y traté de alejar todo eso, pero simplemente no pude… Y así, hice la elección de que por hoy, me dejaría fantasear hasta caer dormida sobre él y su sonrisa…

Y lo cumplí hasta que caí profundamente dormida.



Bueno, esta parte de abajo ya es aparte (valga la redundancia xD) Hola, hola mis queridos tenistas :3 Bueno, haré de esto rápido, porque si no la entrada queda muy grande y el blogger me da problemas (¬¬). Solo quería desearles una MUY feliz navidad, porque no hice una entrada para ustedes, mis queridos lectores u.u Discúlpenme, pero como saben, el 24 y 25 de diciembre son tan ajetreados, que al final se te olvida todo u.u Espero que la hayan pasado muy bien y les hayan regalado cosas muy lindas :3 Pero que por sobre todo, hayan disfrutado con su familia y amigos ^^ PROMETO hacer una entrada para año nuevo :D Y me desataré agradeciéndoles por sus comentarios jajajaja(: (Sí, eso es una indirecta para que comenten... (?) OK NO ._. JAJAJAJA :3) Eeeeen fin, espero que les haya gustado el capítulo tanto como a mí me gustó cuando lo volví a leer(:

Les mando besos y apapachos navideños con bastoncitos de caramelo,
Mel(: 

6 comentarios :

  1. ¡Que cosa más bonica eres, señor! *_____*
    ¡FELIZ NAVIDAD, MI OTRA MITAD! :)
    ¡Capítulazo el 9, si señor! Aish, podias haber sido menos cruel con Trey, (¿Me dejas que yo le cure? jajajaja) Y la escena con el papá de Liz, me ha matado de amor... ¡eres una escritora excelente! ¡Me declaro fan incondicional de Mel! :DD

    Un besaazo, de tu otra mitad :)

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    1. Awwwwwn, JAJAJA :3 Te quiero, mi otra mitad x3
      e.e No, él tiene que sufrir (?) xD! No tengo compasión con mis personajes... (OK SÍ LA TENGO! JAJAJA xD) Y no, vos no lo podes curar ._. Ya tengo todo un plan malévolo para eso, así que.. no e.e
      Awwwwwwwwwwwwwn odfghodrtgoshgsohtgosrhtgo!!! *mariposas en el estómagoo* xD MIL GRACIAS, MEL :33 Sos un encanto *-* Muchísimas gracias por comentar siempre, en serio :3

      Te mando besos y apapachos GIGANTES!
      Mel(:

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  2. Me encanto e capitulo ! :D Va... los dos (el 8 y el 9) esto de no poder usar la compu cai me mata D: pero entre y dos capitulos me lei, mas feliz no puedo estar(? ajjajaj Pobreee Trey, yo quiero venganza contra derek muajaja ._. ok jajaja Feliz navidad tambien para ti Mel :3 Y que tengas un lindo fin de año :P
    Pd: A mi prima le encanto tu historia :D

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    1. Aosghosirghsogh *-* Cami ^^! Me alegra MUCHÍSIMO que te haya gustado el capítulo :3 ¿Venganza :OOO!? ¿Pero qué pasa con ustedes? Tienen un instinto animal de violencia (?) JAJAJAJ ok no ._.
      Muchísimas gracias, linda(: Lo mismo digo para vos :3
      Te mando besos y apapachos,
      Mel(:
      PD: OSRHGSHGIOSEHRGIOHT ¿EN SERIO!? AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH >,<!!!! QUE DICHA, QUE DICHA *-* Muchas gracias por enseñársela! Y dile que me alegra mucho que le guste y que no dude en comentar cuando desee :3

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  3. Hola!!!
    Me ha encantado tu blog, pero sobre todo la historia. Es increíble y hermosa.
    Me gustaría que nos siguiéramos y afiliáramos.
    Visita me y déjame tu respuesta.
    http://brujas-cuentosdebrujas.blogspot.mx
    Ciao...^^

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  4. Me Gusto Demasiado,Pobre Trey
    Menos mal llego el amigo para ayudarlo,
    me fascino mucho este capitulo excelente
    todo muy hermoso sigue así me encanta

    Besos nena ;)

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Soy una chica que escribe de amor, pero nunca se ha enamorado. Esa chica que relatará sobre el dolor y tal vez no ha llegado ni a conocerlo realmente. Soy la joven que seguramente te dirá todo sobre cómo tener buena autoestima, pero le cuesta aplicarlo a sí misma. Una muchacha que contará historias que ni en su vida le han sucedido, pero, ¿sabes qué? Eso está bien, porque soy una chica que escribe y que si sabe describir todas esas cosas sin haberlas experimentado, cuando lo haga, será algo que simplemente te dejará espantado. Soy la chica de 16 años que puede ser tu vecina. Soy esa que lee y escucha música en una cafetería. Soy la chica que seguramente lees, pero nunca escuchas. Tu compañera de clase que escribe cuando puede y la única que te observa por pura curiosidad, no por criticar. Sí, soy la chica. Esa chica.

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