“La sonrisa es el único virus que no hace daño al alma.”
--Anónimo.
Trey.
La noche está realmente fría, del frío tipo “puedo
ver mi aliento mientras hablo” y podría jurar que si empieza a nevar, no me
sorprendería. Mi nariz está malditamente helada y mis manos son las únicas
partes de mi cuerpo que realmente no lo está y eso que la mano de Lizzie está
muy fría; sonreí, no había apartado la mano cuando se la tomé, aunque sé que
dudó. Sentí su cuerpo tensarse ante el tacto de mi mano, pero ella la dejó ahí,
relajándose a los segundos de saber que si quitaba mi mano de la suya, se
congelaría viva y, es que realmente tiene frío, puedo sentir como se estremece
ante la noche y comienza a temblar levemente. Mi mandíbula se aprieta. Estos
son los momentos en los que me maldigo por dejarme vencer ante mi madre y por
sobre todo, no haber traído una chaqueta. Ya saben, haría todo lo de “¡hey!
Toma mi abrigo” y ella diría “No, Trey, te congelarás” y yo haría algo como
“¡Pfffffft!” y me la quitaría para dársela sin dejarla protestar…
Eso sería divertido… Lástima que no traigo ninguna
chaqueta. Ruedo mis ojos, soy un jodido genio, en serio.
Con la oscuridad tapando de a pocos mi vista, me
fijo en el camino cuidadosamente; rápidamente me doy cuenta de que estamos
realmente cerca de la casa de Lizzie y me siento decepcionar un poco… No lo sé,
la pasé tan bien que no pensé que el día pudiese terminar, sin embargo, en la
mañana solo quería que terminara para no pensar en lo que ese maldito le hizo a
Lizzie, tratándola como basura… Literalmente.
La ira entró en mí casi imperceptiblemente. La
forma en que todos veían la escena, muchos con diversión, otros con curiosidad,
pero sin duda todos con malicia y expectación. Quise matarlos, quise hacer algo
al respecto, algo más que solo pegarle al estúpido de Derek y sin embargo,
sabía que no podría. Lo supe desde un principio, porque realmente había llegado
tarde, justo cuando todo sucedía ante los ojos de los demás, muchos de ellos
felices por la escena y otros tal vez sorprendidos.
Y a pesar de todo, ninguno hizo nada.
Mis labios se levantaron un poco, una línea de
pensamientos me atravesó y tuve que cerrar mis ojos para calmarme un poco. Mi
mano estaba hecha un puño y mi otro brazo luchaba contra la necesidad de hacer
lo mismo, pero la mano de Lizzie me impedía hacerlo y agradecí que lo
estuviera, porque si no, se daría cuenta de mi estado…
Parecería tonto que me enoje tanto por esto, que me
enoje de esta manera tan grande, pero a veces no logro entender cómo es que
dejan que pase esto. Cómo es que no ven el daño que hacen… Por Dios, ¡es una
mujer! ¿Para qué humillarla de esa forma? ¿Por qué no tiene tanto como otros?
No es un alien, no es una cucaracha, es una persona; igual a ellos, igual a mí
y a pesar de todo, ellos no creen eso. Ellos la tratan diferente, la ven
diferente…
Sonrío sin humor, la ven así porque es pobre… La
ven “fea” porque es pobre, la ven “sucia” porque es pobre, la ven como “una
masoquista” porque tiene unos cuántos rasguños, la ven “diferente” porque lo
único que la hace diferente es que no es una cobarde como ellos. Es fuerte y ni
ella puede darse cuenta de eso por su crueldad y estupidez.
A veces no lo entiendo, me refiero a que… ¿Por qué
no ven fea a una chica que es totalmente plástica y materialista? ¿Por qué no
ven sucia a alguien que se pasa tirando de un hombre a otro? ¿Por qué no ven
como “un masoquista” a la persona que se quebró un brazo y tiene varios
rasguños? ¿Por qué no ven diferente a las personas que son realmente cobardes,
crueles, como ellos?
Tal vez tenga mi respuesta y sin embargo, no quiero
aceptarla porque sé que esto no pasa solo aquí, sino que pasa en todo el mundo…
Y muchos de ellos no tienen la conciencia necesaria para pensar el daño que le
pueden hacer a las personas.
Sintiéndome exasperar todavía más, observo a
Lizzie, quien va mirando las estrellas como si fuesen la cosa más hermosa en
todo el mundo. Sus ojos miel se ven
verdes ante la luz de la luna y veo como su mirada se torna triste, haciéndome
preguntar en qué pensara. Sus labios se curvan en una pequeña y casi
imperceptible sonrisa y parpadea 2 veces, haciendo parecer como si quisiera
salir de un trance del que no puede dejar de someterse. Alzo mi cabeza,
queriendo saber qué es lo que tanto ve y para mi pesar, no logro sentir lo
mismo que ella, pues solo veo estrellas que parpadean de vez en cuando, como
sus ojos lo acaban de hacer. Me volteó de nuevo y veo como una lágrima baja por
su mejilla, cálida, silenciosa, sigilosa. Mi garganta se aprieta, porque no sé
si llorará por lo de esta mañana o por algo más profundo que eso, algo más
importante.
Las lágrimas siguen bajando, haciéndose parecer
como gotas de lluvia en un rostro realmente bello, que respira constantemente,
haciendo parecer como si la respiración estuviera a punto de fallarle. Los
sollozos comienzan y veo como su mente trabaja en algo, porque sé que algo anda
mal. Verla así me hizo sentir mal, me hizo querer golpear al que la estuviera
haciendo sentir así y no conteniéndome más, la atraje en un abrazo, acariciando
su cabello sedoso y lacio.
Ella estaba confundida, lo sé. La saqué de un
trance del cual no quería sacarla, pues parecía algo muy íntimo, pero no pude
aguantar. Pronto se dejó llevar, colocando su cabeza en mi pecho y llorando
poco a poco, mientras se metía todavía más en mi camisa. Suspiré
temblorosamente, realmente podía sentir como su alma se estaba partiendo en
pedazos y no pude evitar percibir como su llanto no era normal; no era un
sollozo de berrinche, de cosa de todos los días, era algo doloroso, que solo
hacía los vellos de mi brazo crisparse. Su llanto se sentía espeso, sufrido por
cosa de todos los días y no pude evitar preguntarme qué era lo que la estaba
haciendo llorar así. Mi mente dio vueltas, mi corazón se apretó en un puño y en
ese momento, en ese justo momento, pensé que no quería dejarla ir y que podría
protegerla contra cualquier cosa que la volviese hacer llorar de esa manera.
Levanté su barbilla, haciéndola verme a los ojos. Ojos
que estaban llenos de agua y que me miraban con un poco de temor ante lo que le
iba a decir y sin embargo no dije nada, solo la contemplé y una a una, fui
quitando sus lágrimas, evitando el impulso que mis labios querían hacer para
borrarlas con besos. Susurré algo en su oído, realmente no estoy seguro de lo
que dije y sin embargo, ella sonrío, a pesar de sus lágrimas, dejándome ver un
poco más de ella, haciéndome estremecer.
Pronto se calmó y caminamos en silencio hasta el
lugar donde suelo dejarla en carro y aunque hice ademán de seguirla hasta su
casa, meneó su cabeza, haciéndome saber que estaría bien y que no quería que la
acompañara hasta allá. Me encontré preguntándome qué sería lo que ocultaba,
para que no me dejara irla a dejar, pero pronto aparté esa idea de mi cabeza,
asintiendo y dejándola ir.
Antes de que si quiera pudiese asustarse, me
acerqué a ella y la volteé suavemente.
—¿Es que acaso nunca te despides? —le pregunté en
un susurro. Ella se sonrojó, bajando su mirada hasta el piso. Sonreí y levanté
su rostro, para plantarle un beso en la mejilla.
—Nos vemos mañana, Ángel.
Ella me miró a los ojos y asintió.
—Hasta mañana, Trey.
No despegué mi mirada de Liz, la seguí con los
ojos hasta que vi que dobló en una esquina y con lo que quedaba de mi punto de
vista, pude ver cómo llegó a casa a salvo. Me relajé, ella estaba bien. Estaba
segura en ese lugar y di una vuelta, dirigiéndome a mi casa con la luna como
única compañía.
Caminé por la acera, metiendo mis manos en los
bolsillos de mi pantalón para calentarme un poco. Mi nariz estaba congelada
nuevamente y fruncí mi ceño. ¿Por qué rayos hacía frío en esta época? ¡Es enero
por el amor a Dios! Debería estar caliente, no helando.
Mi mente quiso volver al tema de Lizzie, lo sé, mas
no la dejé ir por ese camino. Pensaría en eso cuando llegara a casa, estaría
tranquilo y podría analizar bien la situación, porque sé que lo que pasó ahí no
es normal, yo lo sé.
Oí el maullar de un gato y desvíe mi mirada de la
luna para ver a un gatito pequeño, viéndome con grandes ojos verdes y un pelaje
anaranjado que relucía contra la noche.
Sonreí, se veía tremendamente tierno, ¿qué haría
solo en las calles a estas horas de la noche?
Encogiéndome de hombros, lo cargué a mis brazos y seguí
caminando, viéndolo con adoración.
—¿Qué hacías vagando por las calles a estas horas
de la noche? —le pregunté como si me fuese a responder. Que idiota.
—No lo sé, ¿por qué no me lo dices? —mis cuerpo se
tensó. Estoy seguro de que ese no fue el jodido gato.
Dejándolo en el suelo, me volteé relajadamente,
alzando las comisuras de mis labios en una sonrisa burlona. Un chico grande, de
ojos azules y cabello rubio me observaba con odio y enfado.
Genial, tengo un acosador y es Derek.
—Vaya, vaya Derek… No sabía que te gustaba
perseguir a los chicos heterosexuales del lugar.
Él rodó sus ojos.
—Y yo no sabía que te gustaba salir con chicas como
esas.
Mi mandíbula se apretó, la forma en que pronunció
“esas” me hizo querer golpearlo hasta la muerte. Maldita sea, me hizo querer
hacer mucho más.
—Así que ahora crees que podrás vencerme como lo
hiciste esta mañana, ¿no es así? —le pregunté con sarcasmo. Él me miró con
enojo en sus ojos.
—Unos cuantos amigos se ofrecieron para ayudar…
Mis ojos se entrecerraron, observando como 4 chicos
se acercaban con sus cuerpos de jugadores de basquetbol hacia él. Este hijo de
puta era tan cobarde como para traer refuerzos. Rodé mis ojos.
—Por Dios, eres tan cobarde que no puedes
defenderte solo. ¿No querías traer a tu abuelita también? Digo, tal vez ella
traiga un gran bolso para matarme con él…
Tronó sus dedos.
—Ya verás, maldito hijo…
—De mi madre. Wow sí, que miedo me das, hombre.
Él gruñó.
—Chicos… —okay, supongo que esa era la señal para
ellos. Pronto los sentí avecinarse hasta mí, tirando puñetazos que casi no
atinaron, solo algunos lograron darme en la cara. Pronto me estabilicé y mandé
un gran gancho izquierdo a sus asquerosos rostros. Golpeé a uno y sin embargo,
yo supe que no ganaría esa pelea. Por favor, ¿5 contra uno? No es muy justo que
digamos…
Sentí unas manos agarrarme de los brazos y forcejé,
ya sabía lo que querían hacerme. Me pusieron de rodillas y sentí una patada
darme en el estómago; tosí, este desgraciado ocupaba que me mantuvieran atrapado
para poder golpearme. Sentí su pie de nuevo en mis costillas y creo que algo se
quebró.
Mierda.
La tercera fue la vencida. Haciendo algo con mi
brazo, logré darle un codazo a uno de los que me tenía agarrado y salí de ahí,
los golpeé a ambos con pierna y pronto me volteé hacia Derek para darle un gran
golpe en la nariz, haciéndola sangrar. Ahí va una buena quebradura de nariz,
amigo.
Alguien golpeó mi espalda, sacando el aire de mis
pulmones. Jadeé por más, pero no podía respirar; no tardo ni perezoso, me
golpearon de nuevo en la cara, por lo menos dos veces. Sentí un poco de sangre,
sin embargo no estoy seguro de dónde provenía. Genial, iban a matarme aquí.
Logrando levantarme, le pegué en las bolas al que
fuera que estuviese al frente mío y lo oí gemir, mientras que choqué dos
cabezas que estaban a mí lado. Sentí como alguien se avecinaba hacia mí, pero
algo lo detuvo. Di una vuelta con confusión, ¿pero quién rayos estaba ahí?
Asegurándome de estar realmente bien ante el dolor
en mi rostro, sonrío cuando veo que mi mejor amigo está ahí, pegándole como
nadie puede pegarle a algún tipo de los amigos de Derek.
Con fuerzas renovadas, golpeó a los dos chicos a
los que les pegué en las bolas, haciéndolos caer en el suelo. Bien, esto va
realmente bien.
Jason tiene como a otros dos asegurados,
golpeándolos realmente bien y veo que me falta un chico, pues eran 5 con Derek.
Pronto observo a lo lejos como alguno de los
supuestos amigos salió corriendo de la pelea, haciendo que mis ojos rueden. Como
dije hace poco, cobardes.
Nadie ve cómo ni cuándo, pero de alguna manera,
estos 4 estúpidos logran salir corriendo de aquí, porque al parecer, los hemos
mandado a la mierda. Sé que yo solo no hubiese podido, realmente sentí cómo me
iban a vencer en esta acera en plena noche, con solo la luna de testigo, pero
gracias al Señor que Jason vino hasta aquí.
Reí, orgulloso de nosotros, hasta que sentí el
dolor en mi mandíbula. Maldita sea, duele.
Jason alza una ceja y me ve con incredulidad.
—Maldito suertudo, si no aparezco, te matan por
pedazos, idiota.
Lo fulmino con mi mirada.
—Claro, soy un idiota porque yo planeé que hicieran
una emboscada para golpearme.
Él me da una sonrisa divertida.
—¿Ves? Completo idiota.
—Imbécil, ¿qué hacías por aquí? —pregunto mientras
me ayuda a montarme a su carro… Okay, este no es su carro… Él ni siquiera tiene
carro. Lo veo con una pregunta en mi mirada.
Él la ignora.
—Por alguna razón iba camino a tu casa y decidí
tomar esta ruta porque nunca me había metido por aquí y mira mi sorpresa cuando
veo unos grandes ojos verdes siendo golpeados en la cara y… —se detiene a mitad
del camino, justo cuando ya casi llegamos a su carro—, ¿quién es este pequeño
fisgón?
Lo observo confuso, ¿le pegaron demasiado?
—¿Qué?
Sus ojos van hacia el suelo; mi mirada lo sigue…
¡Ah, esos ojazos verdes! Pobre gato, presenció todo…
Sonreí, creo que sé cómo le pondré.
—Nos lo llevamos.
Me observó con una mirada sardónica.
—¿Debo preguntar?
Meneé la cabeza.
—Tú solo conduce y carga a ese sexy gatito en tus
brazos, Jason.
Él comenzó a reírse y yo volteé mis ojos. ¿Qué no
ve que me duele todo? ¡Necesito sentarme de una jodida vez!
—Sexy gatito. Miauuuu, Trey, sabía que eras todo un
felino, pero no que te llamabas a ti mismo sexy. No puedo esperar para llegar a
casa.
—Jason, ambos sabemos que eres un grandísimo gay
aunque lo ocultes con un montón de chicas que no tienen nada mejor que hacer,
pero si quieres demostrarme amor, ¡llévame al jodido carro!
Se rió un poco más y finalmente me dejó en el
asiento al lado del de conductor, mientras echaba al gato en la parte de atrás.
Ya sentado al volante, me miró serio y yo alcé mi ceja en pregunta.
—¿Qué?
—¿Sabes que no soy gay, verdad…?
Yo le di mi mejor sonrisa irónica.
—Con las cosas calientes que me dices…
Rodó sus ojos.
—Hablo en serio, hombre. No soy gay.
Suspiré.
—Ya lo sé, Jase… Tan solo no has encontrado la
indicada.
Tragó duro.
—Sí la encontré, solo que no soy lo suficientemente
bueno para ella y además, personas importantes para mí no lo aprobarían.
Mi mirada se tornó sigilosa, ¿a qué se refería con
esto?
—Jason, suéltalo.
Se quedó en silencio durante varios segundos; no
habló, no dijo nada. Solo condujo por la carretera, mientras pensaba en qué
decir. No es normal que él comience a hablar sobre ese tipo de cosas. Es el
típico “chico duro que no habla de sus sentimientos” y el maullido del gato no
ayudaba al ambiente. Lo analicé cuidadosamente, dándome cuenta de que estaba
realmente tenso. Lo que sea que tuviese que decirme, era importante.
—Yo… —suspiró mientras observaba el camino—, mira,
ya llegamos.
Fruncí mi ceño.
—Jason, dímelo.
Meneó su cabeza.
—No importa, nada importa. Ahora vamos.
Iba a discutir, pero un fuerte dolor en mi
mandíbula me impidió seguir hablando; agarrando al gato con cuidado, me bajé
del carro con su ayuda y caminamos hacia el porche, no sin hacerme sentir lo
tenso y confundido que estaba. Miré hacia el garaje y vi que mi mamá no había
llegado y volví mis ojos hacia él, sintiéndome un poco mal.
¿Qué era la cosa tan difícil y romántica que me
tenía que decir para que no lo soltara de golpe?
Me quedaría con esa duda por meses…
Elizabeth.
Estoy sola. De nuevo. Mis piernas se dirigen
directamente hacia lo alto de las escaleras, a esperar para que mi padre llegue
y pueda ver que llegó a salvo. Me quedo horas esperándolo, escuchando el
silencio en mi casa, hasta que oigo la cerradura abrirse con ansiedad. Mi papá
entra a la casa, dejando las llaves de su carro en una mesa de madera
desgastada con exasperación y justo cuando voy a ir a saludarlo, veo una pierna
colgada a su cintura. Trago fuertemente, casi queriendo restregar mis ojos para
ver si lo que veo es verdad. Una muchacha rubia, de aproximados 25 años entra a
la habitación con él, besándolo con euforia y tocando todo su cabello,
despeinándolo hasta no poder más. Él la besa con más pasión todavía y yo trato
de no ver, sin embargo, no lo logro.
Él la dirige hasta la sala, que aún queda a mi
vista. Ella besa su cuello, lo acaricia y puedo jurar que lo mordió. Papá gruñe
y la empuja contra el sofá, tocando todo su cuerpo. Mi boca se seca, no puede
hacer eso. Le sonríe y la mujer le susurra algo en el oído, algo que hace que
él la vea con un odio realmente profundo y se separe de un sopetón. La toma de
los brazos y la sacude con furia, mientras que ella se muere del miedo.
—¡Vete de mi casa y no vuelvas a este lugar nunca!
—grita, sacándola de nuestro hogar. Pronto, mi papá se vuelve lentamente hacia
la sala, no captando que yo estoy ahí, viendo todo. Se agarra su cabello,
despeinándolo todavía más y grita. Grita con todas las ganas del mundo. Patea
el sillón con enojo y puedo sentir la casa retumbar por su frustración. Y
entonces, hace lo impensable…
Papá comienza a llorar.
Se sienta lentamente en el piso, recostándose
contra la pared, llorando, las lágrimas cayendo por su rostro sin parar, él
solloza, él jadea, él gime y yo lo siento en mi corazón. Me parte pedazo a
pedazo verlo así, porque sé que sufre, sufre más que lo que yo he sufrido.
Pronto está desesperado, lo sé y lo veo tomar un jarrón cerca de él y abrazarlo
con fuerza.
—¿¡Por qué tuviste que irte así!? ¿¡Por qué me
dejaste!? —las lágrimas siguen cayendo, él sigue sollozando—. Dijiste que todo
sería para siempre. Lo prometiste…
—¡Maldita sea, te amo! ¡Entiéndelo! Jocelyn… Mi
amor… —observo como se hace un ovillo en el piso, dejándose caer tristemente—,
lo siento tanto. Lo siento, lo siento… Te necesito, te necesito…
Y ahora yo estoy llorando. Con rapidez, bajo las
escaleras, haciendo retumbar la madera y que mi padre vea hacia arriba con
melancolía. Y entonces enfoca y me observa bajar y él me sonríe con esa sonrisa
que derrite mi corazón y yo solo puedo llegar y tirarme encima de él,
abrazándolo con amor desde su cuello y sintiendo como él me toma en sus brazos
y me menea al ritmo de su corazón.
Yo le susurro cosas al oído, le digo que todo
estará bien, que yo lo acompañaré, que mamá no puede volver, pero que yo me quedaré
y lo cuidaré. Él llora silenciosamente igual que yo y le doy besos en su
mejilla, llevándome las lágrimas que ahora corroían su rostro.
—Te amo, Elizabeth, eres lo único que me queda en
esta vida —me susurró contra mi oído y yo me apreté más contra él.
—Yo también te amo, papá. —olió mi cabello, besando
la coronilla de mi cabeza. Me separé un poco de él y lo analicé de pies a
cabeza. Seguía siendo mi apuesto papá, alto y fuerte porque no hace muy poco
iba al gimnasio, sus ojos tenían ojeras y se veía demacrado, pero seguía siendo
guapo, igual que siempre. Él me sonrío, enseñando esos lindos hoyuelos que
derretían a mamá y que me tranquilizaban a mí.
—Te pareces tanto a ella… —dijo inaudiblemente. Yo
me paralicé, ¿parecida a mamá? Nunca lo habría pensado.
Metió un mechón de cabello detrás de mí oreja.
—Sí, siempre lo has hecho. Eres prácticamente su
reencarnación… —rió un poco—. Eres un ángel, Liz, siempre lo has sido, tanto
para mí como para ella.
Mi corazón se estrechó y sonreí temblorosamente,
temiendo desplomarme ahí mismo.
—Ella está en las estrellas, pa… —le dije,
confesándole mi secreto—. Estoy segura, cada vez que las veo, pareciera que
ella está ahí, observándome.
Él me mira aturdido, pero pronto sonríe.
—Sí, Liz, ella es una estrella…
Sonrío una vez más y lo veo directo a sus hermosos
ojos azules, llorando otra vez y abrazándolo con cariño. Ella sí era una
estrella y él me creía…
Y entonces desperté.
Mi corazón latía a mil por hora y yo jadeaba por
aire, sintiendo un ataque de pánico venir. Traté de calmarme, recordando mi
sueño… Ese no era un sueño, era un recuerdo, uno de los recuerdos más hermosos
que alguna vez había recuperado… Yo ya no recordaba nada de eso, ya no pensaba
en esa noche cuando yo tenía 8 años y papá me dijo eso; él en ese entonces
seguía amándome, seguía sin tomar y seguía sin estar en este infierno.
Me estremecí, por eso yo temblaba cuando Trey me
decía ángel, era el recuerdo de papá el que me hacía sentirme así. Cerré los
ojos mientras llevaba mis manos a mi rostro. Tenía lágrimas en mis ojos,
seguramente por mi recuerdo y mi garganta se obstruyó. Extrañaba ese papá, esa
versión suya…
Lo extrañaba a él.
Oí ruidos en las escaleras, pues alguien estaba
subiendo. Me volví hacia un lado, no viendo la puerta y esperando a que papá
pasara hasta su habitación… Pero no lo hizo.
Se quedó ahí, en el marco de mi puerta.
Tragué fuertemente; sé que me estaba viendo, me
observaba desde lo más profundo de su ser. Pronto escuché sus pisadas,
acercándose cada vez más y haciendo el piso crujir. Mi cama se hundió bajo su
peso y la noche me bajó a un mundo lleno de temor y nervios. Sentí su
respiración, él trataba de tomar grandes bocanadas de aire y yo lo escuchaba
con los ojos cerrados…
Y entonces tocó mi pierna.
Y entonces mi corazón se estremeció.
Subió su mano poco a poco, en una leve caricia. Mi
aliento se atrapó en mi garganta. Por favor, no hagas esto. No lo hagas, no lo
hagas. Te arrepentirás, te arrepentirás tanto… No, por favor, por favor.
Sudor frío bajó por mi piel, haciéndome estremecer
sin que él se diera cuenta. Se detuvo en la curva de mi cadera y cerré los ojos
todavía más. Lo iba a hacer, lo iba a hacer…
Metió una mano en mi cabello, apartándolo de mi
rostro y oí un suspiro y entonces, acarició mi mejilla levemente, como cuando
era una chiquita y lo hacía para tranquilizarme.
Y me tranquilicé. No lo iba a hacer, él no lo haría
nunca.
Poco a poco, sentí como avanzaba hasta mi rostro y
la contempló durante unos segundos, hasta que colocó un tierno beso en mi
mejilla y me tensé al darme cuenta de algo…
Él estaba sobrio. Realmente no había tomado ese día
y tenía que abrir realmente mi memoria para pensar hace cuánto tiempo no había
estado sobrio. Me sentí relajar completamente, cuando no tomaba, era el mismo
de antes… Como yo lo recordaba.
—Sigues siendo igual que ella… —me susurró y yo
sentí más lágrimas avecinarse contra mi rostro y sin embargo las retuve,
esperando porque se fuera antes de que me viera llorar.
Se quedó allí, observándome “dormir” y estoy casi
segura que percibí una de esas sonrisas en el ambiente; la sonrisa que él usaba
frecuentemente antes de que todo pasara. Mi corazón retumbó contra mi pecho
ante la anticipación de mis recuerdos y luego lo sentí levantarse, haciendo que
mi cama se sintiera ligera y volviendo a hacer crujir los escalones contra su
peso, yéndose medianamente feliz y dejándome a mí de nuevo contra la oscuridad
de mi habitación y la luna llena entrando a través de las ventanas de mi
cuarto.
Abriendo mis ojos lentamente, me acomodé mejor para
ver si había cerrado la puerta y al ver que sí lo había hecho, comencé a ver
las estrellas de nuevo… Al final mi día no había sido tan malo después de todo.
Trey lo había mejorado al triple multiplicado por el millón con sus cosas…
Y mi papá lo había mejorado un poco más, pero no
del todo…
Algo que realmente mejoraría de parte de él sería
que dejara de tomar y dejara de pegarme, pero sé que eso no pasará. Que esté
sobrio un día no es señal de que lo estará los demás y tengo que decirme eso
realmente bien para no pensar en la esperanza que eso me daría…
Casi me pongo a reír cuando dije esa palabra:
esperanza. La esperanza se había ido de mi corazón hace ya tanto tiempo que no
sé cuándo decidió irse formalmente. Me acurruqué más en mis sábanas, tratando
de contar las estrellas y recordando la forma en que lloré hoy, un poco más
temprano cuando las observé… Recordé a mi madre una tarde de mayo, llevándome a
un parque. Recordé su sonrisa y su forma de verme con amor y una estrella me
recordó su forma de parpadear, tan linda y coqueta que me hizo comenzar a
derramar lágrimas…
Y entonces Trey me vio y yo sentí que el mundo se
desplomaba. Pensé que preguntaría. Pensé que me diría “¿qué pasa?” y sin
embargo, a pesar de eso, no hizo nada. Solo me abrazó y me tomó en sus brazos,
dejándome llorar…
Creo que cuando limpió mis lágrimas fue cuando me
hizo sentirme más querida que hace mucho tiempo… Me partió un poco el corazón
cuando lo hizo, como si realmente me apreciara y sentí como si él pudiese
arreglar todos mis problemas…
Quise golpearme cuando pensé eso, porque sé que él
jamás arreglará todos mis problemas, no podría, son demasiados y además, no
pienso meterlo en este mundo en el que vivo yo, donde solo tendría que
preocuparse por otra persona más que ni siquiera es de su familia. Yo lo vi, vi
cómo se preocupa inmensamente por su hermana y su madre, la forma en que las
miraba con amor y preocupación a la vez, como si temiera de que les fuesen
hacer daño, pero como sabía de qué él haría cualquier cosa por ellas.
No agregaría más preocupaciones a su vida, como si
las mías no bastaran; además, ellas son familia y yo no soy más que una amiga
más del grupo de amigos que debe de tener… Sentí mi corazón desinflarse un poco
ante ese pensamiento y entonces algo se avecinó a mi mente.
Estaba tan preocupada pensando en mis
preocupaciones que por alguna razón, pensé en Trey y cómo se encontraría…
La noche estaba obscura y él se fue como si nada,
caminando con tranquilidad por las calles de la ciudad y ni siquiera llevando
nada como para pegar o defenderse a sí mismo… Me estremecí ante el pensamiento
de que pudiese pasarle algo, algo realmente malo.
Sacudí mi cabeza, tratando de sacar esos
pensamientos de mi cabeza, ¿cómo le iba a pasar algo malo a Trey? Él sabía
defenderse. Iba a tenis, tenía fuerza, estaba seguro. Suspiré mientras sonreía;
sí, él estaba bien, sin duda lo estaba…
Traté de pensar en cosas buenas, como en la
hermanita de Trey, Rachel, que era realmente agradable. Me había observado sin
prejuicios, estrechando mi mano fervientemente y hablando como loca. Me cayó
realmente bien y hasta me invitó a una pijamada… Volví a sonreír, nunca había
ido a una de esas y la sola idea de hacer una traía mariposas a mi estómago…
Pero claro, esas solo eran ilusiones, porque eso no pasaría… ¿Cómo rayos iba a
ir, primero que todo? Además, seguramente ella solo bromeaba con la idea,
hablando y planeando sobre cosas que no va a hacer. Yo he visto que hay gente
que hace eso, no me extrañaría que la pequeña lo hiciera, pero aunque haya
hecho eso, me hizo reír y me sentí mucho más viva que desde hace mucho tiempo…
Hizo que mi mente revoloteara ante pensamientos felices y sin duda me divirtió…
Creo que hasta podría hacerme una buena amiga de la hermanita de Trey…
Claro, si es que a él no le importa.
Y claro, si es que nuestra amistad continúa…
Cerré mis ojos fuertemente, no queriendo que eso se
cumpliera. Aunque llevaba pocos días conociéndolo, me había encariñado con él,
había sido alguien que me ha soportado durante bastantes días sin despacharme
de su “vida social” y creo que me ha visto llorar más veces que cualquier otra
persona que yo haya conocido —aunque claro, no han sido muchas—, pero sin duda
no quiero que esto se termine, que él se termine, porque eso significaría que
no habría más de sus sonrisas pícaras y su voz ronca diciendo dulcemente mi
nombre, como si fuese una canción o la forma en la que me dice “ángel” —apodo
que prácticamente me puso hoy y con el que me encuentro brillantemente cómoda—,
o si no, cómo me abraza… Sus brazos fuertes y cálidos solo me hacen querer
acurrucarme en ellos… O también he notado como se pierde en clase de
matemática, haciendo todo menos poniendo atención… Tiene un gesto realmente
adorable cuando está distraído, se coloca contra el respaldo del asiento y
observa hacia el techo, como si fuese la cosa más interesante del mundo y
entonces, da una media sonrisa, como queriendo burlarse del techo y menea la
cabeza, mientras que luego vuelve a quedarse quedito, viendo fijamente hacia la
clase.
Me reí un poco… Realmente era adorable, aunque casi
me atrapa observándolo; gracias a Dios no lo hizo, ya que yo fingí estar
poniendo mucha atención a la pizarra y solo siguió ahí, viéndome y haciéndome
sentir incómoda, porque a diferencia de mí, él no quitaba la mirada si yo lo
atrapaba, solo se queda ahí, analizándome y haciéndome sentir divertida…
Las mariposas en el estómago, ¿recuerdan? Creo que
son por él.
Y entonces me di cuenta de lo que estaba pensando y
traté de alejar todo eso, pero simplemente no pude… Y así, hice la elección
de que por hoy, me dejaría fantasear hasta caer dormida sobre él y su sonrisa…
Y lo cumplí hasta que caí profundamente dormida.
Bueno,
esta parte de abajo ya es aparte (valga la redundancia xD) Hola, hola
mis queridos tenistas :3 Bueno, haré de esto rápido, porque si no la
entrada queda muy grande y el blogger me da problemas (¬¬). Solo quería
desearles una MUY feliz navidad, porque no hice una entrada para
ustedes, mis queridos lectores u.u Discúlpenme, pero como saben, el 24 y
25 de diciembre son tan ajetreados, que al final se te olvida todo u.u
Espero que la hayan pasado muy bien y les hayan regalado cosas muy
lindas :3 Pero que por sobre todo, hayan disfrutado con su familia y
amigos ^^ PROMETO hacer una entrada para año nuevo :D Y me desataré
agradeciéndoles por sus comentarios jajajaja(: (Sí, eso es una indirecta
para que comenten... (?) OK NO ._. JAJAJAJA :3) Eeeeen fin, espero que
les haya gustado el capítulo tanto como a mí me gustó cuando lo volví a
leer(:
Les mando besos y apapachos navideños con bastoncitos de caramelo,
Mel(:
¡Que cosa más bonica eres, señor! *_____*
ResponderEliminar¡FELIZ NAVIDAD, MI OTRA MITAD! :)
¡Capítulazo el 9, si señor! Aish, podias haber sido menos cruel con Trey, (¿Me dejas que yo le cure? jajajaja) Y la escena con el papá de Liz, me ha matado de amor... ¡eres una escritora excelente! ¡Me declaro fan incondicional de Mel! :DD
Un besaazo, de tu otra mitad :)
Awwwwwn, JAJAJA :3 Te quiero, mi otra mitad x3
Eliminare.e No, él tiene que sufrir (?) xD! No tengo compasión con mis personajes... (OK SÍ LA TENGO! JAJAJA xD) Y no, vos no lo podes curar ._. Ya tengo todo un plan malévolo para eso, así que.. no e.e
Awwwwwwwwwwwwwn odfghodrtgoshgsohtgosrhtgo!!! *mariposas en el estómagoo* xD MIL GRACIAS, MEL :33 Sos un encanto *-* Muchísimas gracias por comentar siempre, en serio :3
Te mando besos y apapachos GIGANTES!
Mel(:
Me encanto e capitulo ! :D Va... los dos (el 8 y el 9) esto de no poder usar la compu cai me mata D: pero entre y dos capitulos me lei, mas feliz no puedo estar(? ajjajaj Pobreee Trey, yo quiero venganza contra derek muajaja ._. ok jajaja Feliz navidad tambien para ti Mel :3 Y que tengas un lindo fin de año :P
ResponderEliminarPd: A mi prima le encanto tu historia :D
Aosghosirghsogh *-* Cami ^^! Me alegra MUCHÍSIMO que te haya gustado el capítulo :3 ¿Venganza :OOO!? ¿Pero qué pasa con ustedes? Tienen un instinto animal de violencia (?) JAJAJAJ ok no ._.
EliminarMuchísimas gracias, linda(: Lo mismo digo para vos :3
Te mando besos y apapachos,
Mel(:
PD: OSRHGSHGIOSEHRGIOHT ¿EN SERIO!? AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH >,<!!!! QUE DICHA, QUE DICHA *-* Muchas gracias por enseñársela! Y dile que me alegra mucho que le guste y que no dude en comentar cuando desee :3
Hola!!!
ResponderEliminarMe ha encantado tu blog, pero sobre todo la historia. Es increíble y hermosa.
Me gustaría que nos siguiéramos y afiliáramos.
Visita me y déjame tu respuesta.
http://brujas-cuentosdebrujas.blogspot.mx
Ciao...^^
Me Gusto Demasiado,Pobre Trey
ResponderEliminarMenos mal llego el amigo para ayudarlo,
me fascino mucho este capitulo excelente
todo muy hermoso sigue así me encanta
Besos nena ;)